miércoles, 23 de septiembre de 2009

Aleyali - Convivencia, Cañón del Atuel. (I)

El jueves 10 de septiembre comenzamos la convivencia.
La consigna general: "¿Por qué no puedo?".
El movimiento me esperaba y me entregué.
Al promediar el trabajo de media mañana me invadió esa sensación, la que persistió en distintos momentos de la convivencia.
La sentí latir, despertándose. Parecía haber estado allí desde siempre.
Desde el momento en que fue convocada, la conjunción del ritmo, la melodía y la letra de un tema me urgió en una danza a abrir los brazos, a dirigir mi cabeza hacia atrás mientras giraba leve y espaciosamente.
Me sentí  en el borde de una cumbre, remontando con mi aliento en un suspiro un barrilete, recostándome en el espacio en su regazo.
Haciendo un movimiento que por lo general no hago, que me aproximó a la sensación de vértigo, de pánico... ¡comencé a sentir su presencia!
"La de siempre", diría más tarde. Reconociéndola, diría más tarde, mientras le sobaba la mejilla.
Comencé a llorar. Por primera vez. Traté de calmarme. De reprimir las ganas, la necesidad de rendirle tributo.
Al tratar de contestar la pregunta: "¿Por que no puedo?", le pude poner nombre a mi impotencia: ...una gran tristeza....
La sigo después....

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