lunes, 8 de marzo de 2010

Ellos creen...

Son tan brutos,
tan bestialmente humanos.

Matan y condenan a mil miserias,
a los nacidos y los por nacer.

Lo hacen hoy tanto y más que sus abuelos,
que hicieron de lo dictador su leche cotidiana.

Nutrir con tanta muerte, pretendida de olvido e impunidad,
hacer de la capacidad de indiferencia, tanta vida indigna.

Vida indigna: aquella que, vivida, no reclama las escupidas al cielo.

Eso, es lo único que dejan derramar sin hacerse cargo, apropiándose indebidamente del deseo,
desgarrando la carne y el alma con la necesidad esencial de la existencia.

Se apropian también del aliento, creyendo que con ello evitarán los suspiros.
Ellos creen, están convencidos.

Pero nosotros podemos no consumirnos, sino brindarnos en sentimiento
a construir todos los días un pequeño espacio de resistencia y fortaleza,
cooperativo, solidario. Que ellos no nos maten esa cualidad con el desgano.