jueves, 27 de mayo de 2010

En primer término,

Reverdecer en esperanza  sin dar oportunidad a la quimera,
Suspiro de la noche en parpadeo, en un casi insinuado guiño;
Todo escondido,
Solo para alentar una zambullida entre las estrellas,
Aun cuando sabes que jugueteas prometiendo una espera,
Cuando en realidad hace rato que estas abrazado
A la intención de un amor.

Tanto necesitas,
Que callas en espera
Reverdeciendo esperanzas.

¿Por qué no salimos a buscar esa voz para hacerla propia?



domingo, 9 de mayo de 2010

¿Dormir...?

Y tuve que decir que estaba intentando dormir.
Ya a la una de la mañana;
así,
la soledad nos hace hacer cosas
que deberíamos dejar para mejor oportunidad.
Estar menos vulnerable, desprotegido.
Insistencia.
Por más que mis dedos hurgan los sonidos de las cuerdas,
en búsqueda de melodías colgadas en el tiempo,
así,
para atrás,
mi extravío está más cerca al nacimiento que pretendo,
apisonando los agujeros en un resoplido de arpegios,
así,
apasionando hasta el hastío un infinito instante
que intuyo debería abrazar para revivirlo,
así,
para coserlo en la falda de una noche de febrero
donde sus ruidos, los ruidos,
solo sirvan al menos para perturbar e inquietar y,
así,
denunciar aquellas ausencias...
Escribir sin pensar,
dejando a las palabras fluir, sin asociaciones ciertas,
sin enlaces conscientes,
así,
buscando una armonía con la que construir una melodía,
sin quererlo, ambicionarlo. Apenas necesario.
En fin,
así,
la vida suena a música,
así,
como cascada interminable.

sábado, 8 de mayo de 2010

De lo imposible e inesperado.

“…pobre amigo mojado de imposible”.
Julio Cortázar
Papeles inesperados

Me toca la evidencia de que no he aprendido a conocer.
Adherido a la certidumbre de la cobardía,
he alucinado un coraje
que muchas veces se afirma en ira estúpida,
sosteniendo lo que de otra manera
menos histriónica,
sería apenas algo posible de ser comprendido.
Comprender.
El anclaje en la paranoia ineficaz,
que apenas sirve para obrar de neblina,
de pálido agrisado en los sentidos
mientras alguien,
en forma ingenuamente seductora,
se presenta, llamando la atención.
Canturrea y succiona.
Respira y golpea.
Juega. Acaricia.
Fluctúa, arrima y goza.
Es apenas un susurro de certidumbre.
Me alcanza, para despertar.