jueves, 2 de febrero de 2017

milagro

Había sugerido de buen modo, como siempre, que retiraran las hojas caídas en el jardín, en ese otoño imperdonable. Al límite de su capacidad de tristeza, perdida casi Milagro en la indiferencia irresoluta de la mediocridad de los días vividos, miró a través de la ventana de su celda. Faltaba poco para que quedara iluminada por los rayos de ese amanecer. Ese que anhelaba cada día. Ese por nacer...¿sería hoy?

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