domingo, 15 de diciembre de 2013

Transformación.



Fue solo levantar en mirada la vida. Asomo rasgado mi vientre en suspiro de alas haciendo caricias, con manos de pura ansia, aprehendiendo libre albedrio y vertiendo diáfana, una madrugada sorprendida. Quedo atrapado en el abrir de ojos nuevos que me abarcan, en sol con pupilas de transcurrir. Al fin me sueñas y me veo soñado. Por primera vez me remonto y te alcanzo, dándote cuenta de mí.

Mi abrazo nuevo, estrenando no ya mimos zigzagueantes en la cornisa de humores revelados y mis entrañas desdibujadas que son recuerdo. Me alzo testigo silencioso del trasfondo lapidario y orgiástico, de una captura compleja de masas gelatinosas interiores, de tensiones en ruptura dando y donando forma a mi ventura. Piernas nuevas, develando la posibilidad de caminos. Sobrevuela contigo celosía de destino, abierta a carnaciones mendicantes. Me retuerce una vez más esto, que ya sé transformación.

Duele. Como nunca el dolor, aquí. Aires diáfanos llenan nuevos pulmones y del ahogo pasa a la niebla de adoquines mojados sobre basuras itinerantes, que hoy dejaron de ser mi alimento. Pierdo y encuentro, recostado en tu regazo, mi incertidumbre. La tomo y me hallo fuera de tu suerte. Que te veo en melodía que escucho, mientras me dices que una agonía monótona y silenciosa vale por lo que fui, la nueva vida que me habita. 

Me tomas amorosamente entre la vigilia y el ensueño, para no perderme en mis primeros pasos. Estoy caminando mi propia suerte.

(mi último trabajo del año
en el taller "El gallo rojo" del
Prof. Adrián Cabral) 

1 comentario:

  1. Siempre es un placer leerte Eduardo y con éste relato breve dos veces bueno he podido disfrutar de la elaboración del texto rayando en lo poético. Un abrazo desde Bracelona.

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¡Gracias por tu comentario! Es muy importante para mi. Eduardo.